Hoy dedicamos nuestro blog al compositor italiano Giuseppe Verdi, que nacía el 10 de octubre de 1813.
Nacido en el seno de una familia muy humilde, tuvo la suerte de contar con la protección de Antonio Barezzi, un comerciante de Busseto aficionado a la música que desde el primer momento creyó en sus dotes. Gracias a su ayuda, el joven pudo desplazarse a Milán con el propósito de estudiar en el Conservatorio, lo que no logró, ya que, sorprendentemente, no superó las pruebas de acceso.
Tras estudiar con Vincenzo Lavigna, fue nombrado maestro de música de Busseto en 1836, el mismo año en el que se casó con la hija de su protector, Margherita Barezzi. El éxito que en 1839 obtuvo en Milán su primera ópera, Oberto, conte di San Bonifacio, le procuró un contrato con el prestigioso Teatro de la Scala. Sin embargo, el fracaso de su siguiente trabajo, Un giorno di regno, y, sobre todo, la muerte de su esposa y sus dos hijos, lo sumieron en una profunda depresión en la que llegó a plantearse el abandono de la música.
Aparte de su evidente calidad artística, las óperas de Verdi servían para exaltar el carácter nacionalista del pueblo italiano. El Va pensiero, coro de los esclavos de la ópera Nabucco, es uno de los más conocidos de Italia por esta razón.
Verdi compuso óperas tan conocidas como Rigoletto, La Traviata, Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff.
En sus últimos años, Verdi trabajó en algunas obras no operísticas. A pesar de no ser particularmente religioso, compuso obras litúrgicas, como la misa de Réquiem y el Te Deum.
Falleció en Milán, el 27 de enero de 1901.
Dejó su fortuna para el establecimiento de una casa de reposo para músicos jubilados que llevaría su nombre: «Casa Verdi», en Milán, donde está enterrado.
Como curiosidad, un asteroide descubierto en 1982 lleva el nombre de Verdi en su honor.
Disfrutemos de la maravillosa música de Verdi…
