22 mayo 2014

Los maestros cantores, la autobiografía musical de Wagner





Hoy recordamos en nuestro blog al gran Richard Wagner, que nacía tal día como hoy en 1813.

En esta ocasión, tenemos el privilegio de contar con la colaboración de un experto en Wagner: Manuel Águila Rovira, que amablemente ha realizado este artículo. Recomendamos visitar su blog, una gran fuente de información musical de calidad. Esperamos que os guste tanto como a nosotros.



Wagner finalizó el libreto de Los maestros cantores en 1862, cuando estaba pasando por una de las situaciones personales más delicadas de su vida. Había vuelto a fracasar en París, esta vez con Tannhäuser y no conseguía estrenar Tristan e Isolda. 
Cada vez más abrumado por problemas económicos, tuvo que abandonar Viena en 1864 ante el riesgo de ser encarcelado por deudas. Hasta ese momento, sólo había compuesto el preludio de su nueva obra. 
Sabemos que en 1864 todo cambió, el mecenazgo de Luis II de Baviera acabó con las preocupaciones materiales de Wagner. Se estrenó Tristan en Múnich y Wagner, al que sonrió además el amor con su relación con Cosima, pudo acabar Los maestros cantores en 1867. 


Llama la atención que en una situación personal tan complicada Wagner escribiera un texto tan positivo y con tanta seguridad en si mismo. El libreto tiene rasgos autobiográficos, al margen de la trama amorosa y todos los problemas que acarrea a sus protagonistas. 

Walther von Stolzing es el representante de la nueva música, es el propio Wagner. Ha aprendido sólo, con un viejo libro, como lo hizo el joven Richard en buena parte de su caótica formación. Muestra su arte y no es comprendido por los Maestros, que representan las instituciones, siempre tradicionales. 
Es atacado por Beckmesser, que es la crítica, además de rival en la conquista de la mano de Eva. 
Queda Sachs, que fue un personaje histórico. Sachs enseguida ve que este joven es un Maestro, su canto no sigue las reglas, pero no tiene fallos, canta en su monólogo del acto segundo. Sachs representa al arte alemán, es Sachs, pero también es Bach, Haydn, Gluck, Mozart, Weber y Beethoven. 

El arte alemán reconoce a Walther-Wagner como uno de los suyos y tiene que hacer que le acepten las instituciones, este talento no se puede perder. 

Por otra parte, Sachs es un hombre recto y auténtico. Renuncia a Eva, pese a estar enamorado, no quiere para si la dicha del Rey Marke. Así va a ayudar a Walther a obtener la mano de la joven. Va a encauzar el arte del poeta para que venza en el concurso de canto. Walther vence y rechaza ser Maestro, Sachs vuelve a intervenir, los Maestros, pese a sus defectos, representan el arte y Walther no debe despreciarlos. Finalmente el joven acepta y la obra concluye entre vítores al noble Sachs de Núremberg. 

Hay un momento en la obra que representa especialmente bien el carácter de Sachs, es el preludio del tercer acto. 
La pieza se inicia con la cuerda para llevarnos a un pasaje de los metales, está sonando el Wacht auf! coral que el Sachs histórico dedicó a Lutero y que Wagner pondrá en música en el tercer acto. 
Cambia el motivo y en cuerdas y maderas se recuerda la canción de Eva, con la que Sachs ha abortado el rapto, consentido, de Eva por Walther. Es la evocación del Sachs hombre del pueblo. 
Además el tono algo melancólico expresa la renuncia por Eva. Vuelve otra vez el Wacht auf! con el que se llega al climax del preludio en un coral de los metales, para volver a las cuerdas como al principio y finalizar la pieza. 


Escuchemos pues esta maravilla en la batuta del inigualable Hans Knappertsbusch, en un concierto con la Orquesta de la NDR de Hamburgo que formó parte de las celebraciones del Año Wagner 1963.




Muchas gracias Manuel Águila Rovira.